un secreto entre mi madre y yo
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Aún no puedo quitarme la imagen en la que mi madre se agachó, me bajó los pantalones y empezó a hacerme la mejor felación de mi vida cuando estaba recién salido de la ducha. En determinadas situaciones sobran las palabras y ésta era una de ellas, por un lado, tenía un sentimiento de angustia al saber que inevitablemente acabaríamos teniendo sexo y, por otro, sentía una necesidad enfermiza de penetrarla. Después de la follada más apasionada de mi vida, rocié con mi abundante esperma su cara y fue realmente increíble, aún tenía ganas de seguir haciéndole el amor…