Mi madre me pidió que le diera un masaje
No se si ella lo esperaba o no, pero cuando me pidió que le diera un masaje no podía quitarme de la cabeza que iba a tocar todo el cuerpo de mi madre. Se tumbó boca abajo para que no le viera las tetas pues se había quitado el sujetador, y procedí a masajear su espalda. Sin pretenderlo mis manos se desplazaban siempre hacia abajo, buscando su culo. Empecé a darme cuenta de que, aunque tocase su trasero, ella no decía nada… es más, hasta sonreía. Le bajé un poco las bragas, como si me molestasen para el masaje, y ella no decía nada.
Yo sentía como mi polla iba a estallar en mis pantalones en cualquier momento, comencé a frotarme con ella y ahí seguía inmóvil y sonriente. Ya no pude más y mi lengua tocó su coño, sus gemidos aun me ponían más cachondo si cabe. Solo mi polla penetrándola podría acabar con aquella situación tan tensa.